¿Y entonces qué pasará?
- Perú USA Southern CA
- 4 days ago
- 2 min read

Por: Max Tello
En el mundo real no hay sistemas cerrados. La producción traspasa las fronteras. Puede significar mover insumos, las partes no ensambladas, de ida y vuelta entre países.
Uno de los recursos de la producción son las personas, las cuales hoy en día tienden a no tener fronteras. Las empresas quieren el mejor recurso humano para la función que cumplan.
Luego, una decisión aparentemente pragmática puede causar graves daños a la producción, distribución y comercialización. Lo que a veces se vende como pragmático, en realidad es el resultado de un pensamiento lineal, cerrado, o peor, emocional.
La gran paradoja es que quienes se supone deberían pensar en sistemas, piensen linealmente, y tomen rápidas decisiones modificando la vida, las formas de producción y las reglas de juego.
La explicación a esta paradoja es que quienes viven en medio de la inteligencia artificial, saben que la información no tiene que estar estructurada. Hay masas de información que pueden ser organizadas de acuerdo con sus necesidades. Esa información es personas, organizaciones, procesos, convenios y contratos. No es tan simple como eliminar un organismo público de diez mil personas, sino que a la vez ese delete se convierte cientos de miles de puestos de trabajo en el mundo, y en millones de personas que se quedan sin medicinas, alimentos, insumos agrícolas o un elemental acceso a la educación y la salud.
Entender los recursos como masas de información desorganizada de la que emergen nuestras búsquedas desde la programación hace pensar que, así como las reglas pueden cambiarse overnight, también los límites pueden cambiar con igual ligereza. Es el mismo salto lógico el de Rusia/Ucrania, USA/Panama o Rwanda/Congo.
Las decisiones apresuradas de los grandes países son imitadas. Cuando las decisiones no se basan en sistemas, sino en voluntad y negociación, la consistencia desaparece y la posición de un mismo actor social es contradictoria ayer, hoy y mañana. La consistencia es una utopía. Pensar que la decisión se basa en teoría, análisis o ideología, es ingenuo. La consistencia es un lujo en el siglo XXI igual que nos parece demodé el honor del que tanto se hablaba hasta el siglo XIX.
No se trata de derechas creyentes en el triunfo individual y de izquierdas preocupadas por los desheredados. Lo que se viene es más complejo, es el reemplazo cada vez más notorio e inevitable del hombre por la máquina.
¿Suena bien, menos trabajo penoso, pero qué hacemos con el recurso humano? Algunos, los más afortunados, estarán por encima de máquinas que reemplazan a miles de trabajadores. Otros, automatizarán hasta el último rincón de su pequeño negocio. Por algunos años, los países con mayores recursos protegerán a su población desocupada, aburrida y frustrada. Pero la mayor parte de los siete u ocho billones de gentes no tendrán esa protección social. ¿Y entonces que pasará?
Commenti