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OCEX y los PEX: Las oficinas que olvidaron a su propia gente, los 4 millones de peruanos en el exterior

  • Writer: Perú USA Southern CA
    Perú USA Southern CA
  • Aug 31
  • 4 min read
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Por: Por Julián Abregú (Ju66) – La Abeja Republicana


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Cuando en 2002, durante el gobierno de Alejandro Toledo, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo creó las Oficinas Comerciales del Perú en el Exterior (OCEX) bajo PROMPERÚ, ya se anunciaba la factura institucional: la separación entre diplomacia y promoción comercial. Hasta ese momento, los agregados comerciales eran designados por Cancillería y trabajaban desde las embajadas. Con la reforma, las funciones se transfirieron al MINCETUR, bajo el argumento de la “especialización técnica”. El resultado fue un divorcio estructural: Cancillería se quedó con los migrantes, los documentos y la asistencia consular; mientras el MINCETUR se quedó con el comercio, las exportaciones y la inversión extranjera. Dos mundos paralelos que rara vez se tocan, porque en el Perú —y esto lo saben bien quienes miran desde afuera— se vive atrapado en compartimentos estancos. Hoy existen 30 OCEX en 26 países, con alcance a 23 mercados adicionales. Su misión oficial es clara: atraer inversión hacia el Perú, promover exportaciones y difundir el turismo. Hasta ahí, todo en orden. Pero la pregunta inevitable es: ¿cuántas misiones comerciales concretas organizan cada año? Si fueran empresas privadas, cada una debería ejecutar al menos cuatro misiones comerciales al año. Eso sumaría unas 120 misiones, más otras 23 en mercados adicionales. Sin embargo, no hay evidencia pública que confirme esas cifras. Lo único oficial lo mencionó la ministra Desilú León en mayo de 2025: 1 500 informes de mercado y 76 000 reuniones de negocio. Traducido, significaría unas 10 reuniones diarias por oficina. Quienes conocemos el mundo empresarial sabemos que eso es, cuando menos, difícil de creer. La explicación es sencilla: se contabilizan como “reuniones” los envíos de contactos o correos a empresarios que preguntan por distribuidores peruanos. Valioso, sí, pero muy distinto a lo que en la práctica significa organizar misiones empresariales de impacto hacia el Perú.

Y aquí está el verdadero problema. Cuando un peruano en Miami, Milán o Seúl toca la puerta de una OCEX pensando que esa oficina también lo representa, descubre la verdad: el estatuto está diseñado para mirar al inversor extranjero, no al peruano en el exterior. Un restaurante peruano en Nueva York, una panadería en Roma o una cevichería en Tokio no existen en la ecuación de PROMPERÚ. Para la burocracia limeña son rarezas anecdóticas, cuando en realidad son la mejor Marca Perú que tenemos: negocios levantados con nostalgia y terquedad, embajadas culturales que ningún ministerio diseñó pero que han hecho más por el país que cientos de campañas oficiales. Este divorcio no es casual. Está en los estatutos y en la visión de un Estado que trata al migrante como remitente de remesas, no como embajador de carne y hueso. De allí la invisibilidad de nuestras comunidades en Madrid, Milán o Nueva Jersey. Es como si al sellar el pasaporte en el Jorge Chávez la peruanidad quedara en suspenso. La ironía es brutal: la diplomacia económica real del Perú no la sostienen las OCEX con sus powerpoints, sino los migrantes. Ellos transformaron el cebiche en manjar global, multiplicaron la bandera en vitrinas y festivales, y mantuvieron vivo un país entero sin presupuesto ni oficinas. México e Italia ya entendieron que su diáspora es un activo estratégico. Perú, en cambio, sigue gastando millones en atraer a un turista japonés, pero es incapaz de abrazar al peruano que vive en Japón. El día en que las OCEX vean en los peruanos en el exterior no fantasmas sino aliados, comprenderán que el verdadero oro del Perú no está en las minas, sino en las manos de quienes nunca dejaron de ser peruanos, aunque vivan a diez mil kilómetros de Lima. Nota histórica: Las OCEX nacen formalmente en 2002, cuando se crea PROMPERÚ como organismo especializado en exportaciones, turismo e inversiones, dependiente del MINCETUR. Antes, la promoción comercial era responsabilidad de embajadas y consulados bajo el Ministerio de Relaciones Exteriores.


Las Cámaras de Comercio de Peruanos en el Exterior (PEX): una hoja de ruta pendiente


Las cámaras de comercio de peruanos en los países donde residimos, o las cámaras binacionales, hoy funcionan como asociaciones privadas. Sin embargo, en varias naciones se les ha dado un valor estratégico: reciben reembolsos parciales de sus gastos y trabajan en coordinación con embajadas y consulados. Un ejemplo claro es la Cámara de Comercio Italiana en el Perú.


En este caso, si bien los socios aportamos una cuota anual, el Gobierno italiano subvenciona actividades clave de la cámara, como la promoción de la gastronomía, el turismo o la organización de misiones comerciales. Y lo hace a pesar de contar ya con otros instrumentos sólidos como el ICE – Agenzia per la promozione all’estero e l’internazionalizzazione delle imprese italiane, además de los agregados comerciales en cada embajada. No se trata de duplicar funciones, sino de integrarlas: la Farnesina (Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia) reconoce y acredita oficialmente a estas cámaras, otorgándoles legitimidad institucional.


En el Perú, este modelo todavía no existe. Por ello, me parece urgente abrir este debate. Lo digo no solo como peruano en el exterior y microempresario, sino también como fundador –junto a otros peruanos de gran valor en Italia– de la PROMCOPI, Promozione Commerciale Peruviana-Italiana, creada en Milán en 2004 e inscrita en la propia Farnesina. Esa experiencia me ha demostrado que el camino es difícil, pero posible.


Imaginemos por un momento el potencial de una Cámara de Comercio Peruana en Washington, en Nueva York, en Miami, en California, en España o en Chile, todas acreditadas oficialmente por el Estado peruano, trabajando al unísono con nuestras embajadas y consulados. Sería un motor de integración, de comercio y de identidad nacional.


Han pasado cuatro años y el tiempo es poco, más aún en épocas electorales donde los partidos y políticos están focalizados en su propia agenda. Pero incluso en ese contexto, si solo se presentara un proyecto de ley que permita acreditar y reconocer oficialmente a las cámaras de comercio binacionales de peruanos en el exterior, ya estaríamos hablando de un logro histórico.


El reto para los representantes de los Peruanos en el Exterior es grande, pero también ineludible. Ha llegado el momento de dar ese paso.


 
 
 

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