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De Peregrinos a PEX: La Gratitud en la Diáspora, un Thanksgiving Permanente

  • Writer: Perú USA Southern CA
    Perú USA Southern CA
  • Nov 28
  • 5 min read
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Por: @ Dr. Jesús Tovar

México, 27 de noviembre del 2025


Dedicado especialmente a todas las madres PEX


Introducción: La Condición Migrante Universal

La historia de la humanidad es una crónica de migraciones. Desde que el Homo sapiens inició su éxodo desde el corazón de África, el movimiento ha sido una constante existencial. Migrar implica una fractura fundamental: la separación física y emocional de un mundo conocido—el país de origen, la lengua materna, los olores de la infancia, la red de afectos—para adentrarse en la incertidumbre de lo nuevo. Es un acto de fe y de valor que redefine la identidad. En este vasto panorama histórico, dos experiencias aparentemente distantes—la de los peregrinos que fundaron el mito del Thanksgiving estadounidense y la de los Peruanos en el Exterior (PEX) dispersos por Estados Unidos, España, Italia, Argentina y Chile—se entrelazan en un diálogo profundo sobre la nostalgia, la adaptación, la supervivencia y, sobre todo, la gratitud.


Este ensayo explora estos paralelos, argumentando que mientras el Día de Acción de Gracias congela un momento de agradecimiento en un rito anual, la experiencia PEX encarna una forma de thanksgiving permanente y activo, que se manifiesta no solo en la nostalgia, sino en el compromiso tangible con su tierra de origen y con los que llegan después.


Los Peregrinos y los PEX: Una Ruptura Fundacional

Los peregrinos que arribaron a Plymouth en 1620 eran, en su contexto, migrantes radicales. Huyendo de la persecución religiosa, realizaron una ruptura deliberada con su sociedad de origen. Su viaje en el Mayflowerfue un punto de no retorno, una apuesta desesperada por un futuro donde pudieran ejercer su fe libremente. El primer invierno fue una prueba brutal de supervivencia, donde la enfermedad y el hambre diezmaron a su comunidad. Su experiencia inicial en el “Nuevo Mundo” fue de una vulnerabilidad extrema, enfrentándose a un entorno desconocido y hostil.


De manera análoga, el migrante peruano, ya sea el pionero que llegó a Estados Unidos en los años 70 o el que llega hoy a Santiago de Chile o Madrid, ejecuta su propia ruptura. No huye necesariamente de la persecución, pero sí de la inestabilidad económica, la falta de oportunidades o la violencia social. Su viaje en avión no es menos definitivo en términos emocionales. El “invierno” que enfrenta es metafórico, pero no menos duro: es la soledad en un pequeño departamento, la barrera lingüística que lo reduce a la infancia comunicativa, la discriminación sutil o explícita, y la descalificación profesional que lo fuerza a empezar desde cero, a menudo en empleos para los que está sobrecalificado. Al igual que los peregrinos, los PEX deben aprender las reglas no escritas de su nueva sociedad, un aprendizaje que suele venir acompañado de desventura y humillación.


La nostalgia, ese “dolor por el regreso” (del griego nostos: regreso, y algos: dolor), es un denominador común.

Los peregrinos añoraban la relativa seguridad de lo conocido, incluso con sus conflictos. Los PEX sufren esa tristeza silente por el sabor único de un pan con chicharrón, por el sonido de un “¡Oe, causa!” en la calle, por la calidez de una reunión familiar un domingo cualquiera. Es un anhelo por un espacio físico y emocional que, irónicamente, puede haberse idealizado con la distancia. El “regreso” es un fantasma que acompaña al migrante: a veces un plan concreto, otras veces un consuelo imaginario, pero siempre una presencia que define su condición de ser entre dos mundos.


El Primer Thanksgiving: Supervivencia y Simbiosis Limitada

El primer Día de Acción de Gracias, tal como lo relata la narrativa fundacional, fue un momento de pausa y agradecimiento. Después de una cosecha exitosa, los peregrinos, con la ayuda crucial de los nativos Wampanoag, celebraron su supervivencia. Agradecieron a Dios por haberles permitido superar la prueba inicial. Este acto era, ante todo, un reconocimiento de que habían logrado adaptarse lo suficiente como para no perecer. Fue una gratitud por lo básico: por la comida, por la vida, por una esperanza renovada.


Sin embargo, esta celebración también encierra una paradoja. Fue un agradecimiento por la estabilidad lograda en una tierra arrebatada, una simbiosis que, históricamente, resultaría ser efímera y conflictiva. El gesto de agradecimiento, aunque sincero en su momento, estaba circunscrito a su comunidad y a su Dios, y no inauguró una era de convivencia armónica y equitativa con los pueblos originarios de un lugar que luego llamaron AMERICA.


El Thanksgiving Permanente de los PEX: Gratitud en Acción

Los PEX no celebran un día oficial de agradecimiento por su migración, pero su existencia en la diáspora es un acto de gratitud continuo. Este agradecimiento es más complejo y multidimensional que el ritual anual estadounidense.


En primer lugar, es una gratitud hacia atrás, hacia el Perú y los que se quedaron. Se manifiesta de la manera más concreta posible: las remesas. Estos envíos de dinero no son solo una transferencia económica; son un acto de amor y reciprocidad. Son la materialización del agradecimiento por el apoyo inicial, por el cuidado de los hijos dejados atrás, por el mantenimiento de los padres ancianos. Es un “gracias” que paga una deuda moral y afectiva, sosteniendo a la familia y, por extensión, a la economía nacional. Es el Thanksgiving que, en lugar de un pavo, envía dólares o euros para que la comida no falte en la mesa de los suyos.


En segundo lugar, es una gratitud hacia nuestros compañeros de ruta, hacia la comunidad de los PEX. Re-creamos el Perú en el extranjero a través de restaurantes, peñas, clubes departamentales y grupos de Facebook. Estas redes son sistemas de apoyo vitales que replican, en cierta medida, la función de los Wampanoag para los peregrinos: proveen orientación, consuelo y recursos. El migrante recién llegado es acogido por quienes ya han recorrido el camino, ofreciéndole un plato de comida, un dato para un trabajo, o simplemente una conversación en el idioma que calma el alma. Esta solidaridad horizontal es una forma de agradecer la propia experiencia, ayudando a quien está ahora en el lugar que uno mismo ocupó.


Finalmente, es una gratitud hacia adelante, hacia el futuro y las nuevas generaciones. Los PEX trabajan con una tenacidad admirable no solo para sobrevivir, sino para que sus hijos—esos ciudadanos con acento extranjero y herencia peruana—tengan oportunidades que ellos no tuvieron. Su lucha es un agradecimiento a la posibilidad de un porvenir mejor. Educan a sus hijos en el orgullo por su doble cultura, enseñándoles español e inglés (o italiano, o francés, o noruego), preparándoles un ceviche mientras celebran la Navidad local. Es un agradecimiento que se proyecta en la construcción de una identidad híbrida y resiliente.


Conclusión: Del Mito a la Praxis de la Gratitud

La narrativa del Thanksgiving estadounidense se ha convertido en un mito nacional poderoso, un día de unidad familiar y gratitud generalizada, pero a menudo desprovisto de la complejidad histórica y del dolor que lo hizo posible. Es un agradecimiento simbólico, centralizado en una fecha y un menú específicos.


Para el Peruano en el Exterior, en cambio, el agradecimiento no es un mito ni un solo día; es la praxis de su vida diaria. Es un thanksgiving deslocalizado y permanente. Se vive en cada transferencia bancaria, en cada consejo dado a un recién llegado, en cada plato de comida compartido que sabe a patria, en cada sueño de un futuro mejor para los suyos. Su experiencia encarna la esencia más profunda de la condición migrante: no solo la de sobrevivir a la ruptura, sino la de transformar esa experiencia en un acto continuo de amor y reciprocidad.


Ambas historias, la de los peregrinos y la de los PEX, nos recuerdan que, en el largo peregrinaje humano, la gratitud más auténtica no es solo la que se expresa con palabras alrededor de una mesa, sino la que se construye con acciones concretas, tejiendo redes de apoyo y sosteniendo, desde la distancia, los lazos que la migración no pudo romper. El PEX, desde su nostalgia activa y su resiliencia, no solo da gracias; es, en sí mismo, un motivo de gratitud para su país que lo vio partir y que él, a su manera, nunca abandonó.


 
 
 

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