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TRENES DESDE ESTADOS UNIDOS: ¿SOLUCIÓN TEMPORAL O CARGA FUTURA? UNA MIRADA OPTIMISTA Y REALISTA

  • Writer: Perú USA Southern CA
    Perú USA Southern CA
  • May 13
  • 3 min read

Por: Jorge Yeshayahu Gonzales-Lara


La reciente decisión del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, de incorporar trenes donados desde Estados Unidos ha generado una intensa controversia. Entre acusaciones de traer “chatarra” y defensas enfáticas sobre la oportunidad de modernizar el transporte limeño, el debate ha oscilado entre el escepticismo político y el pragmatismo técnico. No obstante, es posible adoptar una mirada optimista, sin perder de vista el realismo que exige una política pública responsable.

En una ciudad como Lima, caracterizada por una movilidad urbana caótica, fragmentada y dependiente de un sistema de transporte mayoritariamente informal, cualquier medida que busque mejorar las condiciones de traslado para millones de personas merece una evaluación seria, más allá de las filias y fobias ideológicas. En ese sentido, la llegada de 19 locomotoras diésel y 90 vagones donados por la empresa Caltrain de California, con la intención de implementar la ruta Lima–Chosica, puede representar una alternativa de impacto inmediato.

Aunque estos trenes tienen entre 25 y 40 años de antigüedad, no deben reducirse al estigma de “obsoletos”. Hasta hace poco estaban operativos en una de las regiones con mayores estándares técnicos del mundo y cuentan con equipamientos básicos —climatización, baños, doble piso— que superan largamente la calidad del servicio en buses, combis o mototaxis. Esta operación podría traducirse, si se implementa adecuadamente, en una alternativa real para descongestionar la ciudad, especialmente en la zona Este, donde habitan cientos de miles de ciudadanos que enfrentan diariamente viajes extenuantes hacia el centro.

Desde el punto de vista económico, la operación representa una inversión estimada de 24,5 millones de dólares, que cubre el transporte, la adecuación y el acondicionamiento de los trenes. Sin embargo, su valor trasciende lo monetario: este proyecto tiene un impacto social directo en millones de ciudadanos de zonas populares y periféricas como Chosica, Morón, Huaycán, Vitarte, Ate y sectores del este de Lima. Se trata de una población trabajadora que hoy pierde entre cuatro y cinco horas diarias atrapada en el tráfico, sacrificando tiempo vital con sus familias, acceso a servicios básicos y bienestar general. En comparación con las líneas del Metro de Lima —cuyos costos son multimillonarios y cuya ejecución puede tardar entre cinco y diez años—, esta alternativa representa una solución de bajo costo y alto impacto social inmediato, con el potencial de mejorar significativamente la calidad de vida urbana en el corto plazo.Sin embargo, el optimismo debe ir acompañado de criterios técnicos rigurosos. Hay preocupaciones válidas que no pueden ser desestimadas: el impacto ambiental de locomotoras diésel, los costos de mantenimiento, y la adaptación a una infraestructura aún precaria. Para que la propuesta no termine siendo un experimento costoso o una promesa fallida, se deben garantizar tres condiciones mínimas:

1. Evaluación técnica independiente y transparente, que certifique la operatividad y seguridad de los trenes en condiciones peruanas.

2. Plan de mitigación ambiental, que compense las emisiones contaminantes con medidas adecuadas y sostenibles.

3. Modelo de gestión financiera y operativa que asegure la sostenibilidad del servicio sin comprometer el presupuesto municipal.

Esta no es una solución definitiva, pero sí puede ser una medida intermedia útil en el marco de una visión más amplia de reforma del transporte urbano. El problema de fondo —la necesidad de una red ferroviaria metropolitana robusta— sigue vigente, pero iniciativas como esta pueden ser pasos complementarios si se gestionan con responsabilidad, supervisión ciudadana y voluntad política para el bien común.

En tiempos donde abunda la politiquería y escasean las políticas de Estado, conviene juzgar los actos de gobierno no solo por quién los impulsa, sino por su potencial impacto colectivo. Y en este caso, más que trenes viejos, lo que Lima necesita es una nueva forma de pensar el transporte: más humana, más técnica y menos ideologizada.


Miami, Florida mayo 12, 2025.



Video por: Milagros Lizarraga 11/5/2025


 
 
 

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