Por Róger Rumrrill

EL PREMIO INTERNACIONAL “ANACONDA” DE CINE INDÍGENA Y AFRODESCENDIENTE: UNA MUESTRA DE LA RESISTENCIA CULTURAL DE LOS PUEBLOS
ORIGINARIOS EN EL SIGLO XXI
Escribe Róger Rumrrill
La visión y percepción que los espectadores tenían de los pueblos indígenas y afrodescendientes desde las películas de ficción, documentales, videos y reportajes de la televisión eran, casi siempre, solo hace algunas décadas atrás, la mirada de una realidad marginal, habitualmente exótica y tremendista. Los indígenas y su mundo eran objetos de estudio desde las ciencias sociales o simples proveedores de imágenes curiosas, extrañas y divertidas para el cine y la televisión.
Esa condición de ser solo objetos de estudio y proveedores de imágenes empieza a cambiar radical y profundamente a partir de 1985. Los pueblos indígenas y afrodescendientes primero de la cuenca amazónica y luego del Chaco, de los bosques tropicales de América Latina y el Caribe, dan un salto dialéctico: pasan a ser creadores de imágenes detrás de las cámaras, y aprendiendo a usar las herramientas tecnológicas del cine, comienzan a producir documentales, videos y docuficciones, dando origen y nacimiento al cine indígena en América Latina.
El año 1985 es la fecha clave: nace la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI) que es la suma y la integración de todas las experiencias del cine y las comunicaciones sobre los pueblos indígenas y afrodescendientes que hasta esa fecha producían los realizadores indígenas y no indígenas, contando con el apoyo decisivo de las organizaciones indígenas y afrodescendientes de toda América Latina.
Una de las organizaciones matrices y bases de CLACPI fue y sigue siendo el Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC) fundado por el destacado cineasta boliviano Iván Sanjinés.
A CEFREC hay que agregar a la Coordinadora Audiovisual Indígena de Bolivia (CAIB) y la imprescindible y valiosa colaboración de la Fundación PRAIA, Programa de Apoyo a los Pueblos Indígenas de la Cuenca del Amazonas.
La Anaconda que estimula y promueve
la creación cinematográfica
Desde hace exactamente 20 años, CLACPI, con el apoyo fundamental y decisivo de las organizaciones indígenas y algunas no indígenas, otorga el Premio Anaconda de Cine Indígena y Afrodescendiente de la Amazonía, Chaco y Bosques Tropicales de América Latina y el Caribe.
Los premios que otorga CLACPI están abiertos a los diferentes géneros de producción y también a todas las temáticas referidas a la múltiple y compleja realidad de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Entre las realizaciones hay géneros de ficción, docuficción,documental, animación, cine experimental y reportajes para la televisión.
Uno de los aportes más innovadores que ha hecho CLACPI para el otorgamiento de los premios consiste en lo siguiente y es único en su género: privilegia y le otorga el rol protagónico a las comunidades como jurados locales en la selección de las obras ganadoras. Este proceso es, junto a los festivales internacionales, una de las mayores iniciativas de CLACPI en el nuevo cine indígena y afrodescendiente en Abya Yala, en el continente americano.
Un ejemplo de esta iniciativa innovadora es el otorgamiento del Premio “Anaconda”. Es otorgado por jurados locales de los diferentes pueblos indígenas y afrodescendientes a la mejor producción audiovisual que se presente al evento.
Otros premios por categorías son otorgados por un jurado internacional integrado por personalidades indígenas y no indígenas. Este jurado internacional también puede hacer entrega de menciones especiales.
Además, el Premio Internacional “Anaconda” comprende la realización de una muestra oficial y otra muestra itinerante en comunidades indígenas y afrodescendientes, coordinando con entidades y organizaciones integrantes de CLACPI, como Chirapaq, el Centro de Culturas Indígenas del Perú, a la que pertenece este cronista, u otras cercanas.
A la fecha, el Premio Internacional Anaconda tiene 9 versiones. La primera se realizó en el año 2000 y la novena versión está en plena realización. Un Jurado Internacional está visionando y calificando las 43 realizaciones de la novena versión. Los premios de los documentales, ficciones, animaciones y cine experimental serán entregados en el marco del Taller Internacional de Creación y Experimentación Audiovisual Comunitario y del Encuentro sobre el Desarrollo del Cine Audiovisual Indígena y Afrodescendiente y Comunitario que tendrán lugar en la sede la TV Serrana en la Sierra Maestra, en la Isla de Cuba, en el Caribe, entre marzo y abril de 2021.
Como una expresión de la inagotable creatividad de los cineastas y realizadores indígenas y afrodescendientes, en las 9 versiones de “Anaconda” se han presentado a concurso 2043 realizaciones provenientes de 23 países. Todas las obras han sido exhibidas en muestras itinerantes en Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay, Venezuela, Bolivia y además en festivales en España, Francia y otros países europeos.
Para CLACPI, el concurso y el premio “Anaconda” tiene como objetivo y propósito premiar la producción de cine y video de los pueblos indígenas y afrodescendientes; generar la reflexión, el debate, la divulgación y sensibilización sobre los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes, además de coadyuvar a fortalecer la autoestima y las identidades, así como a contribuir al reconocimiento, valoración y respecto de la multiculturalidad étnica y lingüística de la mayoría de las naciones de América Latina y el Caribe.
El cine indígena y afrodescendiente: imagen y
voz propia y la resistencia cultural
Tres décadas después del nacimiento de CLACPI, hoy día podemos afirmar que ya existe un cine indígena y afrodescendiente con voz e imágenes propias, un arte cinematográfico reconocido por la crítica más exigente y valorado en espacios nacionales e internacionales.
He seguido todo el proceso de construcción de este nuevo cine y tengo el privilegio y el honor de haber sido miembro del Jurado Internacional del Premio “Anaconda” en su primera versión, en el año 2000, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y ahora en la novena versión, veinte años después.
Después de visionar con placer, interés y rigor las 43 realizaciones, entre documentales, ficciones, animaciones y cine experimental de esta novena versión, puedo asegurar que el cine indígena y afrodescendiente está alcanzando su plena madurez no solo en el lenguaje y sus logros estéticos, sino también en sus contenidos y sus mensajes que expresan la ahora dramática, pero al mismo tiempo rica y compleja realidad indígena y afrodescendiente.
Este cine indígena y afrodescendiente revela al espectador, con fuerza y belleza, la imbatible lucha por la tierra y territorio amenazado ahora por el extractivismo de las multinacionales y los propios gobiernos; exhiben y enseñan también estas realizaciones los conocimientos ancestrales de estos pueblos sobre la naturaleza.
A través de estos documentales, ficciones, animaciones y películas experimentales, el espectador puede asomarse y aproximarse, conocer y comprender la visión cosmocéntrica de los pueblos originarios sobre la naturaleza; su concepción del tiempo circular; su relación panteísta y animista con los bienes de la naturaleza y su noción de reciprocidad.
Como para los pueblos indígenas y afrodescendientes naturaleza y cultura son parte de una realidad indisoluble, a contracorriente del pensamiento eurocéntrico que separa y divide naturaleza y cultura, en el cine indígena y afrodesdendiente el contenido genuino, profundo, verdadero y auténtico de la realidad es también estético y bello, “porque la verdad es belleza”, como decía Heidegger.
En el contexto del colapso de la economía global y del desmantelamiento del sistema-mundo agravado y profundizado por la pandemia del coronavirus, el cine indígena y afrodescendiente promovido por CLACPI, visibiliza a estos pueblos y convierte al arte cinematográfico en una poderosa herramienta de reivindicación de sus derechos y culturas, contra el racismo y la discriminación históricas.
Pero mucho más que eso. Sus saberes, conocimientos y prácticas, sus cosmovisiones y cosmologías, su concepción antropocéntrica contraria al antroponcentrismo y patriarcalismo eurocéntrico, su concepción cosmocéntrica del mundo y su relación sacralizada con la Madre Naturaleza, que el espectador aprenderá en este cine, son lecciones y mensajes de gran trascendencia en este fin de época.
Es decir, el pensamiento, las prácticas y los saberes indígenas y afrodescendientes, son la base y el fundamento para la construcción de nuevas utopías y paradigmas en el siglo XXI.
La Anaconda, que en las cosmovisiones indígenas amazónicas representa la circularidad del tiempo, la fuerza de la naturaleza, simbólica y metafóricamente,
exhibe y muestra a través del cine que la nueva centralidad en el siglo XXI es la Madre Naturaleza y que sus defensores y protagonistas, son los pueblos indígenas y afrodescendientes. Los defensores de la vida y la cultura en el Tercer Milenio.
Lake Elsinore, 18 de setiembre del 2020.
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