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Los zapatitos rojos de Valeria, adolescente migrante cuyo deseo es retornar al Perú

Writer: Perú USA Southern CAPerú USA Southern CA

Por: Milagros Lizárraga


Los niños que emigran con sus padres no deciden abandonar su Tierra, ellos los siguen llevando consigo sus emociones, temores, sueños, cargando sobre sus pequeños hombros su tristeza por dejar a sus amigos, su familia, sus montañas, lagos, mares y jardines.Valeria dejó el Perú a los 6 años de edad, salió llorando a sabiendas que en EE UU extrañaría a ese pedacito de Perú que le era propio.



Valeria recuerda que su madre, Noemí, le inculcó la ayuda al prójimo a temprana edad, llevándola a donar su ropa que ya no le quedaba a niños de bajos recursos.

El recuerdo de un par de zapatitos rojos que llevó a donar le ha quedado grabado en su mente.Al partir sus ojos de escasos 5 años de edad vieron a la niña que  los había recibido como herencia. Era una pequeñita de un sector humilde de su Perú que se había puesto los zapatitos rojos en los pies equivocados, lo que le provocó a Valeria mucha ternura y una sonrisa que en el presente aún se asoma en su rostro cuando evoca ese momento.

“Quiero estudiar, ser una profesional para regresar al Perú y ayudar a la gente que lo necesita” nos dice Valeria quien ve al Perú a través de los noticieros peruanos que sintonizan sus abuelos en la TV cuando vienen a visitarla a ella y a su madre a California.



“Hay mucha corrupción, yo tengo que hacer algo” Nos dice Valeria a sus 17 años de edad, mientras se prepara para ir a la escuela de Verano de Harvard donde ha logrado ingresar, y para la que ha obtenido una beca del 75%.



“Quiero ser abogada, y la mejor escuela para estudiar abogacía es Harvard” nos dice con una mirada y personalidad decididas.

¿Porqué deseas estudiar derecho? Le pregunto.

Me gusta la parte política, me contesta

Naciste en Perú, por lo que lamentablemente no podrás ser presidenta de EE.UU. le respondo, imaginando a una peruana ocupando el sillón presidencial de la Casa Blanca.

“Pero sí puedo serlo de Perú” me responde sin dar tregua, cortando en seco y cambiando el rumbo de la película que había empezado a ver en mi cabeza.



Valeria Maturrano Avila, peruana emigrada en EE UU, que reside desde los 6 años en la tierra del Mago de Oz, al igual que Dorothy, siente que no hay lugar que se iguale al de su hogar, el Perú.



A Valeria, quien ante todo camina de la mano de Dios, según comenta, la acompañan, asemás, seres de carne y hueso como su madre, que es la persona que más admira, sus abuelos, su prima, sus amigos y miembros de la comunidad peruana que, al conocer que necesita juntar el 25% restante, más los gastos del viaje de Los Angeles a Massachusset, han llegado a su casa en Garden Grove para conprar la comida que la madre de Valeria ha cocinado, y los postres que la misma Valeria ha preparado; vale recalcar que Valeria tiene su propio emprendimiento que empezó durante la pandemia, «Vale Sweeten», de postres peruanos que ella misma elabora y vende. Valeria tomó clases en linea con un chef peruano para aprender a prepararlos correctamente, y el resultado satisface al paladar más exquisito.


Evento para Valeria: Noemi, Valeria, cónsul del Perú en L.A. Jaime Casafranca y esposa, joven peruano, futuro diplomático, que ha llegado a hacer prácticas al consulado
Evento para Valeria: Noemi, Valeria, cónsul del Perú en L.A. Jaime Casafranca y esposa, joven peruano, futuro diplomático, que ha llegado a hacer prácticas al consulado

El evento para ayudar a Valeria une a la comunidad peruana en el Sur de California, el cónsul del Perú en Los Angeles y su esposa también se suman, así como miembros de organizaciones peruanas, que por lo general se dan cita en solidaridad con alguien que está enfermo, o con la familia de un connacional que ha fallecido.



Esta vez la causa es alegre y prometedora, se trata de una adolescente peruana que desde que llegó a EE UU y fue testigo del trabajo que hacían los abogados para ayudar a los emigrados como ella y su madre, supo que ése era su destino: Convertirse en una abogada para ayudar al prójimo.


La historia de esta “ Dorothy peruana” que viaja a un lugar extraño donde pasa por un proceso de aprendizaje en el que su corazón, su valentía, y su intelecto,  se fortalecen empoderándola;; matizado por esa imagen vívida de la niña con sus zapatitos rojos al revés en un rincón del Perú que pareciera esperar a que Valeria regrese, y el amor por la tierra de raíces milenarias donde nació que la marcó por siempre, está destinada a tener capítulos siguientes de éxito .Valeria Maturrano Avila, que tiene una personalidad resiliente y que busca nada menos que la excelencia, no se rinde hasta alcanzar sus metas. Ella se siente con la capacidad y fuerzas para convertir sus sueños en realidad, lo que podría tener un final de película si Valeria cumple el deseo de  ocupar la silla presidencial en el Palacio de Gobierno del lugar que su corazón reconoce como su hogar.


Valeria ha elegido tomar el curso de globalizacion y justicia social en la escuela de Verano de Harvard, lo que ayudará mucho a su portafolio que presentará para ingresar a la universidad despues de acabar la escuela secundaria el próximo año, tal como lo expresa Valeria.Noemí Avila quien siente que sus sacrificios y esfuerzos al criar soka a su hija están dando hermosos frutos, nos alcanza la cifra de lo recaudado en el evento en su casa el pasado Domingob16 de Marzo: $1600 líquidoa de la venta de comida más $1500 de donaciones recibidas.Su meta que es $5000 que mecesitan para cubrir los gastos, ya se ve bastanrte cercana.



Los niños migrantes de la época de la globalización, están escribiendo la historia de nuestro mundo que está contsntemente cambiando.

Niños y jóvenes migrantes comprometidos con la sociedad, los países donde tienen sus raíces y.los que los acogen, como Valeria Maturrano Avila, son una promesa y un tesoro que es importante aquilatar.


Entrevista a Valeria y Noemi:



 
 
 

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